Desde el mismo momento que el bebé está en la barriguita de mamá sentimos la necesidad de estar conectados-fusionados entre ella y nosotros. Esta muestra de afectividad la mantenemos hasta el mismo momento de la muerte dando los cuidados necesarios a nuestros seres queridos. Hasta entonces pasamos nuestra vida conectados a unos y otros, de una manera u otra, pero relacionándolos. Las muestras de afectividad que nos procesamos son necesidades básicas, es el ser humano un ser social; incluso los perfiles más antisociales necesitan estas muestras de afectividad.
Relaciones hay muchas, pero aquí venimos a hablar de las «Relaciones de Pareja«. Concretamente nos vamos a centrar en los 10 problemas más comunes que a nuestro juicio se producen en las relaciones de pareja, sobre todo las de corte heterosexual, por tener más presencia en la sociedad. Sin embargo la mayoría de los problemas que esbozamos bien pudieran ocurrir en cualquier tipo de relación con orientación distinta a la heterosexual.
¿Quieres conocer cuáles son estos problemas y cómo resolverlos? Sería por nuestra parte pretensioso si en estas líneas resolviéramos todos los problemas que mencionaremos, todo es más complejo que lo que aquí encontrarás. Necesitaríamos mucho más espacio para poder abordar con la profundidad que se requiere todos los puntos trataos. Aún así confiamos en que su lectura te resultará agradable.
1. Falta de tiempo compartido.
Si bien cuando en los comienzos de una relación todo el tiempo compartido es poco, este va a menos a medida que la relación avanza. Hasta aquí nada de lo que extrañarse: la revolución hormonal que provocan los sentimientos de amor se estabiliza, y como consecuencia el interés hacia nuestra pareja también. Y es ahí cuando las parejas miran hacia otros frentes en busca de otros intereses que les aporten disfrute, bienestar…
En otras ocasiones alguno de los miembros propone desde un primer momento repartir el tiempo existente de manera que ambas partes gocen de ese tiempo individual que considera les pertenece a cada cual.
Ya sea por estos motivos u otros lo cierto es que la pareja llega a compartir muy poco tiempo. Si pensamos en parejas que conviven juntas y que, probablemente, trabajen ambos, el tiempo compartido quedará relegado a los fines de semana. El resto de días de la semana estarán centralizados en el trabajo, labores domésticas, crianza, … Ya se utilice el fin de semana u otros días de los que se disponga de tiempo para compartirlo, una pareja tiene que pasar más tiempo juntos que por separado.
Toda estructura tiene mayor estabilidad a más puntos de soporte que generen equilibrio tiene. En este caso una pareja ha de estar asentada en 3 puntos que pasamos a llamar: TU, YO y NOSOTROS. Ambos miembros tienen el derecho a disfrutar de un espacio y tiempo donde nuestra pareja no esté, y como no podía ser de otra manera, ambos miembros han de compartir espacios y tiempos de manera conjunta. Como puede advertir el lector ese tiempo compartido ha de superar con creces el tiempo que se le concede a cada uno de los miembros de manera individual.
Si tu pareja pasa más tiempo ocupada en sus cosas que contigo, no sacrifica su amplio repertorio de ocio,… plantéate si verdaderamente tu relación merece la pena continuarla.
2. Miedo a concluir la relación.
Otro de los problemas más comunes en las relaciones de pareja es el miedo a finalizar una relación cuando valoramos su grado de confortabilidad. Llegamos a saber, desde un punto de vista más racional, que la relación no nos aporta ya lo que durante un tiempo hizo, pero nos bloqueamos ante la idea de concluir. ¿Por qué?. El sinfín de emociones positivas vividas con esa persona -mientras la relación nos estimulaba- va a impedir dejar atrás tu relación. Por otro lado tu miedo al futuro puede ser también motivo que te impida dar por finalizada tu relación: quizás pienses que tendrás muchas dificultades para volver a encontrar otra pareja, que te veas desamparad@ económicamente y emocionalmente, desconoces cómo será tu relación con tus hijos y su bienestar, tienes miedo al qué dirán o pensará tu entorno, etc.
Sea por uno u otros motivos piensa que un final es siempre el comienzo de algo.
Si tu relación ha llegado a un punto de no retorno, no la alargues más, no te pierdas entre los pensamientos tipo «¿y si cambia?». Si has llegado a la conclusión que tu relación no funciona -idea que llevas tiempo barajando- es porque no hay visos de solución.
3. Desengaño amoroso.
En bastantes ocasiones los pacientes que nos visitan lo hacen por haber sufrido un desengaño amoroso que acaban de tener, ya sean en relaciones de poco o mucho tiempo. En el primero de los casos la persona mantenía muchas ilusiones, expectativas sobre la relación que estaba manteniendo o conociendo. Por algún motivo/s la otra parte decide dar por finalizada el tipo de relación que mantenían, para sorpresa del otro/a. Es entonces cuando aparecen un sin fin de preguntas que no sabe responder, o mejor dicho, respuestas que llevan implícita la culpa. Al dolor por la pérdida se le suma el que provoca la culpabilidad asumida.
En otros casos la persona que finiquita la relación comunica la decisión sin hacer comentarios que puedan aliviar el malestar generado en la otra persona y desaparecen. En estos casos el desengaño es aún mayor, porque la parte dejada no entiende como no es merecedora de una explicación.
También es muy común los desengaños por una infidelidad no entendida, esto es, gozando la relación de una buena salud, así percibido por ambos miembros.
Ya sea por unos motivos u otros plantéate si lo ocurrido es lo mejor que te puede pasar, aunque suene un poco rocambolesco. Tal vez has de asumir con humildad que tu pareja tiene el derecho a finalizar la relación, eso sí, ¡que la comunicación no falte en esa despedida!. Del mismo modo que somos muy elegantes cuando nos acercamos a la persona que nos atrae debemos ser corteses para comunicar la decisión a nuestra pareja.
Si tu desengaño aparece porque idealizaste mucho a esa otra persona te recomendamos analizar, con la objetividad que te se posible, las expectativas no realistas que colocaste sobre esa persona. Evita dar rienda suelta a tus sentimientos cuando estás en esa fase de conocimiento de la otra persona. Abre bien esos ojos y valora con rigor todo aquello que te muestra. Busca un equilibrio entre lo sentimental y lo puramente racional. El resultado de ese dibujo se acercará o alejará de tu modelo ideal de pareja.
4. Infidelidad.
En una sociedad cada vez más promiscua se ha instaurado una desconfianza importante hacia quienes nos acompañan en nuestras relaciones. Muchos son los hombres y mujeres que se platean si sus parejas son o han sido infieles en su relación. Tal duda puede llegar a ser muy dañina tanto para la persona que la tiene como quien recibe la desconfianza, hasta tal punto que sus relaciones se pueden ver muy mermadas. Recuerda que la confianza plena en nuestra pareja es quizás el ingrediente más importante que asociamos a nuestro propio bienestar.
Los datos que aportan los estudios más recientes sobre infidelidad señalan que tanto hombres como mujeres han sido infieles -al menos una vez- en porcentajes muy parecidos: 52% y 48%, mujeres y hombres respectivamente.
Estos datos deben ser comparados con los estudios que alertan del porcentaje de infidelidades que ocurren motivado por aquellos elementos que deterioran una relación: el 95% de las infidelidades son explicadas por alguna causa. Por contra el 5% de las infidelidades ocurren en relaciones muy saneadas. Si tu relación está dañada por alguna causa (diferencias de personalidad no asimiladas, falta de ilusión, no te sientes correspondid@, existen diferencias importantes en vuestras relaciones sexuales, tu relación está carente de respeto, etc.) es el momento de sentaros y comunicar abiertamente lo que os está ocurriendo.
La mayor garantía para gozar de esa exclusividad que asumimos nos pertenece -pero cada vez está más discutida- la alcanzarás si conseguís sanear vuestras diferencias y establecéis acuerdos sensatos.
Si por el contrario te despreocupas del estado de tu relación asume que hay quien va a decidir no desaprovechar los intentos que otras personas tienen de intimar con nuestra pareja. Del mismo modo hay quien aún así decidirá respetar su relación y cerrar esa puerta que están tocando. Tengas a una pareja u otra OCÚPATE de tu relación y SANÉALA.
5. Celos.
Son los celos el sentimiento que mejor puede identificar cualquier persona que recibe la desconfianza de su pareja celosa. Si estos se mantienen en el tiempo muy probablemente generen tantos conflictos que a medio-largo plazo llegarán a destruir la relación.
En cambio las personas que son celosas tienen bastantes dificultades para reconocer sus inseguridades, que al fin y al cabo son las que se esconden detrás de este sentimiento. ¡Los celos no son una muestra de amor!. Mostrar una desconfianza irracional hacia nuestra pareja nunca puede ser sinónimo de querer a una persona. Como ya hemos dicho más arriba es la confianza el ingrediente que aporta serenidad y estabilidad en tu relación.
La persona celosa tenderá a justificar los motivos de su desconfianza culpando de ello a su pareja. Tu primer paso será reconocer que eres celos@. Hazlo con o sin ayuda, pero identifica que tienes un punto débil para trabajar sobre él. Seguidamente sigue estos pasos:
- No compruebes la veracidad de tus sospechas. Hacerlo no hará más que reducir el malestar que generan tus celos, con lo que de manera peligrosa, tu cerebro incorporará esos comprobaciones como algo saludable. De este modo vas a seguir, en el futuro, realizando estas comprobaciones.
- Son realmente los pensamientos que obtienes de determinados hechos relacionados con tu pareja los que generan tus celos. Si una simple llamada de tu pareja informando que llegará más tarde del trabajo lo interpretas como una señal de que lo hará porque quedará con el/la amante, obligatoriamente despertarás ese malestar que tanto te incomoda. ¡Aplica todas las dosis de racionalidad que puedas a tus pensamientos!. Cambiar estos pensamientos por otros más objetivos harán que tu malestar desaparezca.
- Incorpora técnicas de relajación a los momentos de ansiedad asociados a tus celos.
- Modera la ingesta de alcohol. El alcohol puede desencadenar celos que estaban latentes. Además el consumo alto de alcohol genera rechazo en las parejas, que es utilizado por la persona bebedora como señal de rechazo, provocando a la postre la intensificación de dichos celos.
- ¡Trabaja tu autoestima!. La desconfianza que viertes sobre tu pareja es el rechazo que haces sobre tu persona. Crees que no mereces otra cosa más que no ser querido y ser rechazado. Revisa por qué te sientes así.
- ¡Exprime la comunicación entre tú y tu pareja!. Estáis en la obligación de tener diálogos constructivos para llegar a acuerdos sobre los problemas del día a día. Con ello conseguiréis que haya calidez en vuestra relación y se mantengan a raya esos celos. Incluso si existe alguna dificultad sexual esta ha de ser abordada con naturalidad y comunicación. ¡Una disfunción sexual no es la confirmación del rechazo de tu pareja!
- Etc.
6. Problemas sexuales.
A la mayoría de las personas les importa su sexualidad, representa una esfera importante de nuestra vida. Prestamos mucha atención al sexo que compartimos con nuestras parejas. Si la valoración que hacemos de nuestras relaciones sexuales es positiva -por cantidad y calidad- nos mostraremos contentos.
¿Pero qué ocurre cuando aparecen algunas dificultades en el plano sexual? Los conflictos que tienen ver con el sexo mantenido con nuestras parejas pueden llegar a deteriorar de manera significativa el estado de vuestra relación. Os recomendamos que os sentéis y dialoguéis abiertamente de ello. Si no conseguís resolver vuestros conflictos no dudéis en buscar ayuda profesional. Romper con ese sentimiento de vergüenza que os impide poneros en manos profesionales. Sabemos de la importancia del cuidado de la salud sexual, y como tal prestamos una atención profesionalizada.
Os dejamos enlace al post que en anteriores semanas publicamos en torno a las principales disfunciones sexuales que se producen tanto en hombres como mujeres. Podréis poner nombre a algunas de las dificultades que tenéis, sus causas y cómo resolverlas.
7. Dificultades en la convivencia.
Toda pareja que se inicia y se mantiene en el tiempo fija entre sus objetivos llegar a convivir bajo un mismo techo. Casi con toda seguridad es el mayor de sus deseos. Sin embargo, como bien sabes, esta convivencia no está exenta de dificultades. Pueden llegar a ser tantas o tan graves que lleguen a romper tu relación.
Nuestra experiencia nos dice que las principales dificultades de convivencia son las que tienen que ver con el reparto de las tareas domésticas y el cuidado/educación de los hijos.
- Tareas domésticas: tradicionalmente fue siempre la mujer sobre quien recayó estas funciones. El patriarcado en el que vivimos desde hace cientos de años colgó sobre la mujer la realización de las tareas domésticas. Los tiempos van cambiando, ¡afortunadamente!, y la fuerza del sistema del patriarcado va perdiendo autoridad. Con la incorporación de la mujer al mercado laboral cada vez más consolidada, el hogar pasa a ser una responsabilidad que ha de ser asumida también por el hombre, desligado históricamente de estas funciones.
Cada pareja ha de orientarse hacia una relación lo más igualitaria posible, piensa que es lo más justo y que entre los cuidados que das a tu pareja este es muy importante. ¿Alguna vez te has parado a pensar en los cuidados que os profesáis?. Lo sentimos, pero en esto las mujeres siempre nos ganaron, y no vinieron al mundo a servirnos. Este mensaje va dirigido para los hombres: estamos en la obligación ética y moral de responsabilizarnos de la infinidad de tareas que conlleva compartir hogar.
- Cuidado/Educación de los hijos. Del mismo modo que comentábamos más arriba el cuidado y educación de hijos históricamente recayó sobre la mujer. Han sido varias las actuaciones que en nuestro Gabinete hemos tenido con personas que no se han criado en un ambiente con sus dos figuras más referentes: madre y padre. Sintieron a sus madres, pero echaron muy en falta la presencia y referencia de sus padres. Unos padres que se ausentaron por entender la vida de un modo bien distinto a lo que aquí expresamos.
Vuestros hijos necesitan la referencia de sus dos padres. Os quieren ver implicados en sus cuidados y educación. Ir de la mano en la educación que les transmitís es muy importante. Y es aquí precisamente donde surgen muchas veces discrepancias entre vosotros dos. Ningún padre viene a este mundo enseñado. Asume con naturalidad que se cometen errores, no os culpéis de ello. Mantener diálogos extensos sobre la educación que queréis y estáis transmitiendo a vuestros hijos. Ambos padres forman parte del mismo equipo, y como tal debéis mostrar la unidad y «autoridad» (bien entendida) que vuestros hijos necesitan.
8. La necesidad de ganar o tener la razón: lucha de egos.
La primera de las consignas que planteamos a nuestras parejas cuando buscan nuestra ayuda es: «formáis parte del mismo equipo, no venís a convencerme de nada, o mejor dicho, no tratéis de ganarse mi confianza para daros la razón y así conseguir derrotar a vuestra pareja«. Estos comportamientos que apreciamos no sólo se dan en el contexto de una Terapia de Pareja. En la convivencia diaria también se producen estas actitudes: desde el egoísmo y/o comodidad se busca alcanzar la razón y así salir victorioso.
Las relaciones de pareja no se construyen desde la competencia. Como decíamos, formáis parte del mismo equipo, y como tal estáis en el deber de avanzar juntos, cogidos de la mano. Refugiémonos en los datos que nos aportan los estudios científicos: «cuando un hombre no está dispuesto a compartir el poder con su pareja, tiene un 81% de posibilidades de que su relación fracase«. No te ruborices si eres hombre, vamos a darte una explicación.
Asumamos con actitud sincera que nuestra cultura está dominada por los valores del capitalismo y el patriarcado, sistemas basados en la búsqueda del derecho individual a través del uso del poder. Estos sistemas favorecen, de manera muy clara, la figura del hombre, quien usa el poder asignado para conseguir propiedades, metas, relaciones dominadas, etc.
Las consecuencias de vivir bajo el amparo de estos sistemas llegan hasta las relaciones de pareja. Históricamente el hombre se apropió del poder para dominar sus relaciones, incluidas las relaciones de pareja. El movimiento feminista, con buenos criterios, está consiguiendo una mayor igualdad que beneficiará tanto a mujeres como hombres.
Las relaciones de pareja -hablamos principalmente de las heterosexuales- necesitan de la participación activa de la mujer. Poseen, entre otras cosas, una inteligencia emocional -aprendida desde su infancia por las diferencias de crianza respecto a los niños- de la que una relación se tiene que servir. Bajo ningún concepto estamos alentando al hombre a un «lo qué TÚ digas cariño«. Una vez más nos apoyamos en las conclusiones de los estudios sobre felicidad y estabilidad de relaciones que la Ciencia nos aporta:
A largo plazo los matrimonios/relaciones más felices y estables son aquellos en los que el hombre trata a la mujer con respeto y está dispuesto a compartir el poder y la toma de decisiones con ella. Si haces oídos sordos a las necesidades, opiniones y valores de tu pareja (mujer), no hay posibilidad de llegar a ACUERDOS, objetivo único en toda relación de pareja.
9. Mala comunicación.
Hablar de mala comunicación es reconocer que es la que está detrás de muchos de los conflictos de las relaciones de pareja cuando utilizamos modos de expresión que no ayudan a resolver los conflictos, como también es la causa de muchos conflictos, esto es, la escasa comunicación deteriora la relación. Recientemente una pareja que atendía nos desvelaba precisamente que su problema era que apenas interaccionaban hablando. «Yo (por ella) soy de hablar mucho, pero me encuentro un muro cuando hablo con él; es tan reservado y callado que por momentos pienso que no le interesan mis cosas. Necesito una persona enfrente con la que poder dialogar de una cosa u otra«.
Y es que la comunicación es la herramienta que más nos acerca a nuestra pareja, la que nos hace sentir que se tiene una intimidad y conexión que hace brillar tanto a unos y a otros. No concebimos una relación sin la conexión que la comunicación nos puede aportar.
En otras ocasiones existe comunicación pero esta es defectuosa. «Hablar con él/ella es imposible, ni escucha ni comprende mi posición nunca, prefiero callar y tragar (con lo que a medio plazo eso puede provocar)». De ahí que se puede intuir la importancia de dos habilidades que a priori pueden ser identificadas como sencillas pero que no lo son: escuchar y empatizar.
Algunos de los errores más comunes que se cometen en las relaciones son:
- La indiferencia ante lo que nos comunican. No hay mayor daño que el que recibe una persona cuando es ignorada, cuando se le muestra su indiferencia. ¡Tenlo presente!.
- Presuponer las intenciones que tienen con nosotros (promovido por la desconfianza), errando en la auténtica intencionalidad de la otra persona.
- Dar por supuesto que la otra persona sabe lo que quieres (¡recomendamos no jugar al adivino!).
- Cortar la palabra del otro por creer que ya sabemos sus intenciones. Deja que termine de hablar, de ese modo te acercarás más al mensaje verdadero que te quiere comunicar.
- La inflexibilidad: aprende a ceder en favor, no digo de tu pareja, sino de la relación. Ser inflexible coarta la comunicación entre dos personas.
- No insultes ni faltes al respeto. No hay cosa más desagradable que un enfrentamiento que se salde con muchos insultos y faltas de respeto. En la memoria de todos nosotros guardamos esos momentos tan ingratos.
- Etc.
Identificar las causas que se esconden detrás de vuestros patrones de comunicación es muy importante, así como iniciarse en las buenas prácticas comunicativas.
La complicidad os llevará a comunicaros de manera correcta del mismo modo que la buena comunicación os hará sentir que tenéis complicidad. ¿Puede haber algo más bonito que un diálogo lleno de respeto y complicidad?
10. Divorcio y/o separación.
No nos cabe la menor duda que un divorcio y/o separación es, para muchos, el trago más difícil de lidiar por el que pasaron en sus vidas. Tiene un impacto psicológico que hace muy difícil su gestión si no es con la ayuda de las personas más cercanas, siendo necesario muchas veces la intervención profesional. Dejar atrás tantos sentimientos positivos, recuerdos, anécdotas, relaciones familiares, hogar, … se hace difícil, por mucho que en estos momentos la única salida a vuestra situación sea la separación.
A la separación se llega cuando la relación está agotada y no hay margen para su recuperación. Existe la creencia que la Terapia de Pareja «todo lo arregla». FALSO. Precisamente la Terapia de Pareja se convierte en el recurso necesario para valorar las posibilidades de recuperación o finalización de las relaciones.
Tiremos de algunos ejemplos que serán bien entendidos: los objetos, electrodomésticos, tecnología, … que tienen daños muy severos son completamente reemplazados por otros, esto es, «no tienen arreglo» (confiemos en el criterio del técnico que apostilla no tener reparación). En el ámbito médico oímos, desgraciadamente con alguna frecuencia, algo así como: «…no podemos hacer mucho más, será cuestión de esperar su momento«, «..sólo podemos ralentizar la enfermedad, pero seguirá su cauce…». En nuestro ámbito la valoración objetiva que hacemos del estado de una relación nos va a servir para apostillar que la mejor opción -tras un estudio detallado- es la ruptura definitiva.
A partir de ese momento comienza vuestro caminar, de manera inevitable, por las fases de un DUELO, el mismo por el que todos pasamos cuando nos enfrentamos a la pérdida -por muerte- de nuestros seres queridos. Ya se que el tópico «…es cuestión de tiempo» no te alivia, pero has de saber que hace referencia al tránsito por las distintas fases del duelo hasta llegar a su plena integración de lo sucedido y afrontamiento optimista de tu futuro. ¡Cuenta con nosotros si quieres que te acompañemos en ese proceso y trabajemos con las muchas emociones que vas a ir experimentando!.
Creemos que las relaciones son para toda la vida. No nos enseñan a hacer separaciones con HUMILDAD, consistente en asumir con naturalidad que una relación es un «contrato amoroso» que no tiene por qué ser para siempre; las condiciones van cambiando y tenemos derecho a comenzar igual que a terminar. ¿Por qué hay que destruir a la persona que nos plantea que ya no nos quiere?. Muchas separaciones/divorcios enfrentan a las personas hasta cotas de máxima destrucción, generando un daño aún mayor del que ya de por sí genera el sentirnos rechazados.