Si tienes una relación perjudicial con alguna de las principales drogas más consumidas el post que te presentamos te interesa. A lo largo del post haremos un recorrido resumido por las características particulares de cada una de las drogas más consumidas: marihuana y porros, cocaína y alcohol, dedicando también unas líneas para la adicción a los medicamentos.
Antes de que tu coqueteo con ellas te prive de libertad y te hagas preso de ellas te interesa conocer dónde estás cayendo, con el fin de evitar que tengas que salir cuando las opciones de hacerlo se complican mucho más. No tenemos mucho más que decir si tu incursión en ellas es más que importante, a ti más que a nadie te sugerimos busques ayuda profesional. Salir de ellas sin ayuda profesional te resultará enormemente complicado; no basta con una fuerte motivación para hacerlo, aunque sí será condición para iniciar tu proceso de reencuentro con esa otra vida, la auténtica, pura y bella.
Adicción a la marihuana y los porros. Una droga cada vez más aceptada.
La marihuana, junto al consumo de alcohol y tabaco, se ha convertido en una de las drogas ilegales más consumidas, especialmente entre los que se inicial al consumo de drogas (adolescentes), y del mismo modo entre la población más adulta. Su consumo ha alcanzando tales cotas que se ha llegado a normalizar, e incluso a tener cierta publicidad positiva, provocado por el constante intento de legalización de la misma y el uso terapéutico que de ella se hace y que dicen haber escuchado los más jóvenes.
El cannabis se puede presentar de distintas maneras, siendo las más comunes la marihuana y el hachís (también denominado en el argot popular chocolate). Ambas formas contienen Tetrahidrocannabinol (THC), aunque se diferencian en l porcentaje de concentración de THC que incorporan: marihuana = entre el 6 y 14% de THC (pueden superarse estas cantidades), frente al 15-30% de THC en el hachís. En los años 1990 las proporciones de THC eran muy inferiores, lo que convierte al cannabis en una droga mucho más adictiva de lo que entonces era.
Hablamos de adicción a la marihuana y porros (hachís) cuando la persona no puede dejar de consumir la droga, aún a pesar de estar creándole determinados problemas significativos; el deseo es tal que no puede suprimir su consumo, a la vez que necesita mayores cantidades para alcanzar los efectos perseguidos que antes se obtenían con menos cantidad (tolerancia de la droga).
Síndrome de abstinencia.
El cese inmediato del consumo genera un síndrome de abstinencia caracterizado por los siguientes síntomas:
- Irritabilidad, agresividad o rabia.
- Nerviosismo o ansiedad.
- Dificultades para dormir (insomnio, pesadillas).
- Pérdida de apetito o peso.
- Intranquilidad.
- Estado de ánimo deprimido.
- Síntomas físicos como: dolor abdominal, sudoración, espasmos y temblores, fiebre, escalofríos, cefalea…
Consecuencias del consumo de marihuana/porros.
- Riesgo de bronquitis, tos, producción de flemas…
- Aumento del riesgo de tener ataques al corazón y accidentes cerebrovasculares.
- Salud mental: mayor probabilidad de desarrollar trastornos psicóticos (esquizofrenia), ansiedad y depresión.
- Efectos en el cerebro: a corto y largo plazo alteración de las funciones de atención, memoria, aprendizaje, toma de decisiones, coordinación, emociones, tiempos de reacción entre otros, por lo que, especialmente en adolescentes en desarrollo, sus estudios puede que se vean mermados por los efectos de los consumos de cannabis.
Adicción a la cocaína.
La cocaína es un alcaloide que se obtiene del arbusto Erythroxylon Coca con efectos estimulantes y euforizantes. El poder adictivo que tiene es muy alto, tanto por la poca demora en obtenerse los efectos como por la química que incorpora. Esta droga es consumida en la mayoría de las ocasiones junto al alcohol, ya que permite seguir bebiendo y reducir de manera significativa los efectos embriagantes del alcohol.
Existen distintas formas de presentación y consumo:
- Hojas de coca: masticadas o en infusión.
- Base: fumada con tabaco o marihuana.
- Cocaína esnifada (la más consumida).
- Crack: inhalada.
Entre los efectos reforzadores que produce la cocaína, independientemente del formato en el que es consumida, cabe destacar:
- Desinhibición.
- Locuacidad (hablar mucho).
- Euforia.
- Aumento de la autoestima y autoeficacia (verse capaz de…).
- Hipervigilancia.
- Disminución de la fatiga, sueño y hambre. Por este efecto es consumida en cierto grado por trabajadores y/o empresarios con responsabilidades y necesidad de alargar jornadas de trabajo.
- Síntomas físicos: taquicardia, aumento de tensión arterial y temperatura corporal, dilatación de pupilas…
Todos estos efectos, por llamarlos de alguna manera, positivos (motivo por el que se consume la cocaína), se convierten en negativos si hay un consumo mayor; será entonces cuando el consumidor muestre irritabilidad, agresividad verbal y/o comportamental, ideación paranoide, conversación cargada de pensamientos desordenados…
Y si el consumo llega a generar una intoxicación los síntomas físicos pueden alcanzar tal magnitud que puede provocar la muerte y el desarrollo de un trastorno psicótico, este último remitirá con la abstinencia del consumo. En cambio si el consumo llega a ser crónico pueden aparecer disfunciones orgánicas como:
- Pérdida de peso.
- Hepatopatía (lesión de hígado crónica).
- Alteraciones del sueño.
- Enfermedades cardíacas.
- Impotencia.
- Ansiedad y depresión.
- Abandono de relaciones sociales (exclusiva con consumidores).
- Delincuencia.
- Problemas económicos, laborales y familiares.
Perfiles de consumidores de Cocaína.
Resumimos algunos de los perfiles de cocainómanos que existen (Damián Ruiz, 2011).
- Desfasado: es el que utiliza la cocaína para continuar la juerga. Personalidad caprichosa y sin límites: no conoce el autocontrol ni la disciplina. Su cerebro, una vez desinhibido, no sabe parar de esnifar.
- Tímido-Inhibido-Frustrado: perfil abundante. Utiliza la droga para distanciarse de sus problemas personales. Desorientado sobre su futuro, fracasado cuando mira hacia atrás. La vida les produce vértigo, convirtiéndolos en un perfil grave, ya que sobrellevan la vida a base de cocaína.
- Profesional exitoso con familia perfecta: necesitan energía para abarcarlo todo y seguir funcionando al nivel y ritmo que se han marcado. Tienen un sentimiento profundo de mediocridad, no por que lo sean, sino porque renuncian a sus características de creatividad y originalidad, consiguen éxitos a través de la cocaína.
- Creativo, esnob (persona que vive, actúa y respira élite sin pertenecer a la élite) y sofisticado: usan la cocaína para liberar su creatividad, para relacionarse con fluidez (para soportar los eventos sociales), para reír…. Viven en la superficialidad de la vida.
- Trágico-existencial: utilizan la cocaína como medio para escapar de las vidas trágicas que han tenido o tienen.
- Melancólico: vive arrastrado por la melancolía de un pasado compuesto por realidades dolorosas o proyectos no cumplidos. Utilizan la cocaína para hacer frente a ese pasado pasado.
¿Por qué la cocaína es una droga adictiva?
La cocaína es adictiva porque la química que incorpora tiene un poder de adicción en sí mismo. Además, como dijimos más arriba, la prontitud de los efectos le confiere un poder aún mayor.
Si a todo ello le añadimos que los efectos que da la cocaína son tan intensos y asociados a la máxima felicidad (efectos euforizantes, lo más parecido a estados de ánimo hipo/maníacos) entenderás la fuerza que tiene esta droga. Además existe una facilidad significativa para hacerse con ella, así como fórmulas para iniciarse con suma facilidad a ella: compras compartidas y precios abaratados, fruto de la enorme disposición y calidades entredicho de la cocaína.
Si bien este es el lado positivo que muestra la cocaína, no es menos cierto que el precio que se paga por esa «pseudofelicidad» es alto:
- Vidas arruinadas económicamente.
- Problemas familiares (nadie aplaude al consumidor) y de amistades (tus verdaderos amigos se alejan de ti una vez comprueban que no quieres salir del mundo en el que estás metido).
- Problemas laborales (absentismo ocasional, en el mejor de los casos).
- Imagen proyectada negativa.
- Salud física y mental deteriorada.
- Relaciones sentimentales en la cuerda floja o rotas.
- Promiscuidad sexual e infidelidades.
- Posibilidad de accidentes de tráfico o laborales.
- Etc.
Adicción al Alcohol. «La droga legal».
Hablar del alcohol es hablar de la droga, junto al tabaco, de mayor antiguedad y más arraigada a nuestra cultura. Su consumo está legalizado y normalizado, siendo un hábito que no genera problemas serios de salud siempre y cuando hagamos un uso moderado del alcohol, especialmente de las bebidas alcohólicas fermentadas (cerveza, vino, cava…) y no tanto las destiladas (licores alcohólicos).
Sin embargo el límite que marca el paso del uso al abuso o adicción puede ser tan fino que la persona no llegue ni siquiera a tomar conciencia de la problemática en la que ha caído. Para poder hablar de alcoholismo tenemos que fijarnos en 3 parámetros.
- Control: la persona ha perdido el control de los consumos. Aún a sabiendas de los problemas que le está arrastrando sus consumos no es capaz de cortar y hacer del alcohol un uso moderado.
- Tolerancia: las cantidades ingeridas de alcohol son cada vez mayores fruto de la tolerancia que el organismo hace de la sustancia, necesitando cantidades mayores para alcanzar los efectos deseados.
- Abstinencia: la interrupción del consumo de alcohol genera una sintomatología característica que muestra la necesidad de volver a consumir para paliar los síntomas provocados.
Consecuencias de la ingesta del alcohol.
Resumimos en una imagen los efectos que el alcohol puede llegar a provocar en los distintos sistemas del organismo.
Nos detendremos un poco más en las patologías mentales asociadas al alcoholismo. Y es que al menos el 44% (probablemente el porcentaje sea mucho mayor) de las personas que tienen una adicción al alcohol presentan al mismo tiempo otro trastorno mental, bien como consecuencia de los daños generados por el alcohol o porque el trastorno mental de base se asocie con un consumo perjudicial del alcohol (es lo que en el ámbito científico denominamos «patología dual«).
Así por ejemplo el alcohol es utilizado como automedicación para aliviar los síntomas de quienes padecen de depresión, exacerbándose aún más los síntomas depresivos, ya que el alcohol es un depresor del sistema nervioso. Del mismo modo el alcohol tiene la capacidad de provocar depresión o ansiedad, y otros trastornos cognitivos como la esquizofrenia, trastorno bipolar, demencia…
Sea causa o exacerbe los síntomas de base, el alcohol genera una espiral peligrosa donde el grado de empeoramiento de la persona va a más, agravando de este modo el tratamiento y posibilidades de recuperación.
Tratamiento de la Adicción al alcohol (y marihuana-porros y cocaína).
Para tratar esta adicción contamos con tratamientos solventes apoyados científicamente. El alcoholismo como tal tiene tratamiento. Sin embargo sólo el 10% de los que consideramos necesitar un tratamiento acceden a realizarlo; esto se debe a que son muy pocas las personas que reconocen tener dificultades serias con el alcohol. Es por ello por lo que el primer paso que nos planteamos con el paciente es conseguir que reconozca su dependencia del alcohol.
Nos hemos encontrado a lo largo de todos estos años un gran miedo por parte del paciente que finalmente decide acceder a ser tratado -más por presión familiar que por iniciativa propia-, y este no es más que el de considerar que el objetivo de la abstinencia total de por vida es percibido como objetivo ideal pero inalcanzable.
Hoy día son muchas las Sociedades Científicas que avalan los tratamientos enfocados hacia una reducción del consumo más que la retirada definitiva de la sustancia para el resto de años de vida. Será el estudio profundo del perfil del consumidor el que determine qué objetivo plantear con la persona.
El tratamiento de cualquier adicción (drogas, alcohol o medicamentos) pasa por 3 fases:
- Desintoxicación: se procede a la retirada total del consumo de la sustancia a la vez que se trata el posible síndrome de abstinencia generado.
- Deshabituación. Objetivos:
- Mantener motivación inicial a lo largo de todo el tratamiento.
- Tratamiento del craving (deseo de consumo).
- Reorganización de actividades placenteras del paciente.
- Tratamiento de la disfunción mental asociada a la sustancia.
- Incrementar la calidad de vida.
- Entrenamiento en habilidades sociales.
- Terapia cognitivo-conductual.
- Exposición a estímulos desencadenantes con prevención de respuesta de consumo.
- Etc.
- Rehabilitación y Prevención de Recaídas: como su propio nombre indica esta parte del tratamiento hace un especial énfasis en el tratamiento de las posibles recaídas de futuro que puedan ocurrir. Conociendo cuáles son los principales estímulos tanto externos como internos se realiza un trabajo de identificación de estos estímulos con el objetivo de crear la alerta necesaria que lleve al paciente al manejo correcto de la situación y por no consumo de la droga.
Adicción a los medicamentos.
El abuso y/o adicción a los medicamentos consiste en el uso abusivo de ciertos medicamentos, incluso en contra de la opinión médica, para lograr la experiencia o efectos que provoca. Los más usado para tal fin son:
- Opioides: se prescriben para tratar el dolor.
- Los depresores del sistema nervioso central: ansiolíticos (benzodiacepinas) y favorecedores del sueño.
- Estimulantes: antidepresivos principalmente.
Dependencia y tolerancia a los ansiolíticos o antidepresivos.
Y en estas nos encontramos con un país como España que se encuentra entre los países que más ansiolíticos y antidepresivos consume, medalla que ni mucho menos es para llevar con orgullo. No queremos con ello decir que estemos en contra de la prescripción de psicofármacos, sino que se utilicen para aquellos casos que realmente lo precisen; del mismo modo estamos en la convicción que los tratamientos basados en este tipo de fármacos han de estar sometidos a control-seguimiento por parte de los médicos de atención primaria (obviamos el seguimiento del caso psiquiátrico porque la mayoría de ellos sí realizan seguimientos), que son quienes en primera elección atienden a muchos de los pacientes que acuden a sus consultas en busca de una ayuda para el alivio de sus malestares emocionales.
Insistimos en la necesidad de realizar seguimientos porque algunos psicofármacos, especialmente las benzodiacepinas (ansiolíticos) tienden a generar tolerancia y dependencia, esto es, sus efectos disminuyen cuando se prolongan en el tiempo, provocando el aumento de las dosis ingeridas y por tanto la dependencia a las mismas, amén del poder adictivo que propiamente tienen (unas más que otras).
Si al poder aditivo de sí mismas que tienen le añadimos el efecto reforzantes que tienen en cuanto al efecto positivo en forma de sedación o disminución de la estimulación cerebral, esto hace que la supresión de las mismas pueda generar dependencia física y psicológica, además de síndrome de abstinencia, máxime cuando el periodo de toma de dicha medicación fue muy prolongado.
Tal puede llegar a ser la dependencia y abstinencia generada que hoy día la adicción a estos medicamentos se ha convertido en temática de intervención por parte de los psicólogos, existiendo incluso centros orientados hacia la desintoxicación de psicofármacos.
¿A qué se debe este tipo de situaciones?
«Si te preguntas, como nosotros, a qué se debe este tipo de situaciones, en nuestra opinión la cultura de bienestar en la que vivimos, en la que nuestras emociones negativas a toda costa tienen que ser borradas tan pronto como sea posible, ha hecho que el tratamiento de primera elección sea el de la química que proporciona los medicamentos, a los que fácilmente se tiene acceso: basta con visitar tu médico de cabecera y este ofertará un amplio número de fármacos para tal fin«
En España el Consejo General de Psicología, que aúna a todos los psicólogos colegiados del país, lleva años reclamando la inclusión del psicólogo en los equipos de atención primaria, para que el abordaje de las problemáticas emocionales de primera elección sea el psicológico. Sólo de esta manera conseguiremos corregir el escenario dramático en el que nos encontramos. Además hay que tener en cuenta que el alcance de los efectos de los psicofármacos es corto, esto es, sólo parchea gran parte de las quejas de los pacientes, no permite ahondar en las afectaciones, por lo que no se consiguen efectos a medio-largo plazo.
En cambio el abordaje psicoterapéutico se presenta como alternativa más eficaz y estable para mantener los objetivos perseguidos a largo plazo.