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Psicosalud Herrera

Castigos y consecuencias, ¿Son lo mismo?

por | Jun 7, 2022 | Psicología para el día a día | 0 Comentarios

Son muchas las ocasiones en las que se habla sobre los castigos y consecuencias en cuanto a la educación de los hijos/as, menores o alumnos/as se refiere. Es un tema que no está exento de «problemática». Son multitud las «opiniones» que existen sobre ello, siendo muchas de ellas fruto de argumentos sin base científica o con una base centrada en la creencia errónea de: «un castigo a tiempo es mejor y más efectivo que educar en la responsabilidad» o «la letra con sangre entra».

La postura que a continuación vamos a exponer no está basada en opiniones subjetivas sino que presenta una base científica de lo que los numerosos estudios realizados sobre psicología han demostrado reiteradamente.

¿Qué entendemos por una educación sin castigos y sí con consecuencias?

educación sin castigos

Una educación sin castigos no es sinónimo de crianza sin normas, límites o consecuencias. Todo lo contrario. Este tipo de educación que aboga por educar en la responsabilidad del comportamiento se caracteriza por presentar una serie de normas, límites y consecuencias claras y concisas desde el primer momento del desarrollo de los niños/as. Es decir, la premisa básica que subyace es que todo comportamiento conlleva unas consecuencias.

El objetivo que se persigue con este enfoque es que los niños/as entiendan poco a poco que sus actos y comportamientos tienen siempre consecuencias tanto para ellos como para los demás. Además estamos educando en responsabilidad ya que si los menores aprenden que sus comportamientos tienen consecuencias cuando quieran actuar de una u otra forma pensarán antes en las posibles consecuencias, lo cual les llevará a analizar si es conveniente o no ejecutar tal comportamiento. Por ejemplo, si cojo los juguetes y los pongo todos tirados en el suelo para jugar pero sé que tras esto tengo que recogerlos (lo que supondrá esfuerzo) quizá el niño/a piense en coger solo uno o dos y cuando termine guardarlos. En el caso de no saber que consecuencias le siguen a este comportamiento, el niño/a cogerá todos los juguetes, los tirará al suelo y probablemente no los recogerá porque habrá «alguien» que los recoja.

Las consecuencias buscan un aprendizaje mientras que el castigo está basado solo en actos punitivos en los que no existe un aprendizaje como tal.

¿Todas las consecuencias son válidas? ¿Cómo deben ser?

En muchas ocasiones no sabemos qué tipo de consecuencias añadir o cómo aplicarlas, por lo que es importante tener claro que existen dos tipos de consecuencias, las naturales y las lógicas. Las naturales son aquellas que siguen de forma natural, causa-efecto al comportamiento, mientras que las lógicas son en las que intervienen los padres para guiar y ayudar a reflexionar a los menores sobre sus actos. Por ejemplo, si nuestro hijo/a no hace los deberes, la consecuencia natural es que al día siguiente no los va a llevar hechos al cole; en el caso de la consecuencia lógica sería por ejemplo que los padres no permiten que su hijo/a vaya al parque a jugar si no termina los deberes.

Para poder aplicar las consecuencias éstas deben cumplir una serie de normas:

  • Deben estar relacionadas con la conducta que queremos modificar.
  • Deben ser lo más inmediatas y consecutivas posible al comportamiento que queremos corregir.
  • Éstas deben estar acotadas en el tiempo, es decir, tener una duración específica.
  • Han de ser proporcionadas a la conducta que queremos corregir.
  • Se aplican siempre sin excepciones.
  • Es importante haber hablado previamente estas consecuencias con los niños/as llegando a un acuerdo antes para establecerlas.
  • Deben ser respetadas tanto por ellos/as como por padres y madres.

Ejemplos prácticos de cómo aplicar consecuencias naturales al comportamiento de nuestros hijos/as

A continuación analizamos una serie de situaciones comunes que pueden ocurrir con nuestros hijos/as y de cómo aplicar consecuencias a los comportamientos inadecuados.

1. Qué hacer si le repito las cosas una y otra vez y no lo hacen

Situación más que común que se produce en la mayoría de los hogares donde hay niños y niñas. Si nos ponemos en situación, podría ocurrir algo parecido a lo siguiente: «les decimos a nuestros hijos/as: ¿puedes recoger tu habitación?, ¿puedes ayudarme a recoger la mesa? o, es hora de hacer los deberes, ¿apagas la tele y vamos a por los libros?. Pasa un tiempo y vemos que nuestro hijo/a no se ha inmutado. O incluso se lo hemos repetido varias veces y es como si no nos escuchara. ¿qué podemos hacer?

En este caso, al no haber hecho la tarea que le requeríamos se les ha acabado el tiempo para realizar posteriormente la tarea que les gustaba mucho (jugar, leer, ir al parque,). «Cuando te digo que tienes que hacer algo y no lo haces lo que ocurre es que luego no nos queda tiempo para jugar, para ver una peli, para ir al parque….Como has perdido el tiempo no recogiendo tu habitación, no haciendo los deberes, ahora no da tiempo a hacer lo que te gusta». El objetivo de esta forma de aplicar las consecuencias es que el niño/a entienda que su comportamiento de no cumplir con su responsabilidad tiene una consecuencia que le afecta a él/ella, es decir, la consecuencia lógica que le sigue es usar su tiempo de juego o disfrute en no hacer sus tareas. Con ello hemos usado todo el tiempo en esperar a que hicieras tus tareas (recoger habitación, hacer deberes, ….) y por lo tanto hoy no podremos jugar.

Una forma de motivar a nuestro hijos/as para que cumplan con sus tareas es poner una tarea agradable para ellos justo despues. Es decir, les explicamos que para poder hacer éstas últimas deben haber acabado previamente sus actividades o tareas que les suponen esfuerzo y trabajo. Por ejemplo, «Ya sabes que tienes que tener los deberes hechos para que puedas tener tiempo de juego con la tablet, para ver la televisión, para ir al parque….». El objetivo es que nuestro hijo/a entienda que para poder disfrutar después antes deben cumplido con su tarea o responsabilidad y no al revés.

2. Qué podemos hacer si nuestro hijo/a nos da una mala contestación o se enfrenta a nosotros

Cuando esto sucede una forma de actuar puede ser decirle a nuestros hijos/as que como no nos han hablado con respeto o nos han insultado no nos apetece estar con ellos/as durante un tiempo. «Tienes que saber que durante un tiempo no me apetece hablar contigo porque me has insultado y ahora necesito un ratito para que se me pase el enfado». Puede ocurrir que si el niño/a también está enfadado parezca que no le afecta lo que le estamos diciendo. Por lo que es necesario darle un tiempo también a ellos para que se calmen y puedan entender lo que le hemos dicho.

También podemos usar un ejemplo para explicarle la situación: «si un amigo en el cole te empuja, te insulta o te pega y luego te dice que vayas a jugar con él/ella, ¿te apetece jugar con él/ella? seguramente no. Necesitas un tiempo para que se te pase el enfado o te pida perdón y tú quieras jugar de nuevo con él».

3. Qué hacer cuando los niños/as se pasan del tiempo que están con las pantallas.

En los últimos años esta situación se ha convertido en una de las más habituales que ocurren en el día a día de las familias.

Lo primero que debemos hacer es explicarle cuál es el horario concreto de uso de las pantallas y el tiempo máximo para terminar con ellas. Podemos avisarles cuando les faltan 5 minutos para acabar con este tiempo. Si aún así se pasan de la hora les hacemos saber la decepción que hemos sentido por confiar en ellos y fallar en su compromiso. A ello añadimos la consecuencia de que al día siguiente tendrán la pantalla pero se restará a su tiempo habitual el tiempo de más que estuvieron jugando.

4. Si pega a su hermano o a otro niño, ¿qué podemos hacer?

Lo primero que tenemos que hacer como padres es separar a nuestro hijo/a del otro niño y después hablar con él/ella para que entienda que el otro niño se va a sentir molesto y triste y por eso no va a querer jugar con él.

La consecuencia lógica que sigue es que nuestro hijo/a no va a poder jugar ahora con su amigo hasta que se le pase el enfado y le pida perdón. Si lo que ocurre es que pega a su hermano, como padres y madres podemos decirle que ahora se va a quedar un rato sin jugar con nosotros mientras nos vamos a jugar con su hermano que está triste y decepcionado y no quiere estar con él durante un tiempo.

5. Cuando se trata de situaciones que conllevan peligro, ¿qué podemos hacer?

Cuando se trata de situaciones que suponen un peligro para el menor, lo primero es salvaguardar la seguridad de éste. Por ejemplo, cuando nuestro hijo/a no quiere darnos la mano al cruzar la calle o quiere quitarse el cinturón de seguridad en la silla del coche. En esos casos el comportamiento de los padres es, primero aplicar el límite sin conversación y luego hablamos con ellos/as. Aunque los niños/as monten pataletas y quieran actuar a su aire debemos actuar con contundencia en estos casos. Es importante saber que los niños con poca edad tienen una limitada capacidad de razonamiento, por lo que «soltarles un sermón» de por qué es importante darnos la mano o ponerse el cinturón de seguridad no nos servirá de mucho. Protegerles ante los peligros es nuestra obligación aunque a ellos/as no les apetezca hacerlo demasiado.

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