Las autolesiones en adolescentes son más frecuentes de lo que se puede pensar. La frecuencia de autolesiones se ha visto incrementada notablemente en los últimos años, sobre todo entre los adolescentes y adultos jóvenes.
Se trata de una realidad que está cada vez más presente entre los jóvenes aunque aún hoy día siga siendo un tema tabú para la mayoría de personas. Pero los datos son cada vez más alarmantes y hablan por sí solos:
- En Europa, más del 27 % de los adolescentes afirma haberse autolesionado en una ocasión al menos.
- En los últimos años los casos se han multiplicado por 10.
- Algunos estudios demuestran que este tipo de conductas se han incrementado y podrían afectar hasta casi 3 de cada 10 jóvenes.
¿Qué son las autolesiones?
Por autolesiones en adolescentes entendemos actos realizados por la persona para provocarse daño a sí mismo sin intención suicida. Es decir, se trata de una destrucción directa y deliberada de la propia superficie corporal sin intención letal. Se denomina autolesión no suicida (ANS) porque no tiene la intención de provocar la muerte por lo que es importante diferenciarla de los intentos de suicidio (en los cuales si existe intención de provocar la muerte).
La autolesción no suicida implica un daño corporal auto-inflingido pero sin intención de provocar la muerte
Estas conductas son más habituales de lo que pensamos. Se ha observado una preocupante tendencia al alza entre los adolescentes. Especialmente el período de mayor riesgo va desde los 12 hasta los 25 años. Aunque se trata de conductas sin intencionalidad suicida, actualmente existen numerosos estudios que relacionan este tipo de conductas con mayor riesgo para realizar una tentativa de suicidio.
Debido al incremento de las autolesiones en adolescentes ocurrido durante los últimos años ha empezado a recibir más atención por parte de los profesionales de la salud mental.
El Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales DSM V no incluye la ANS como un trastorno mental en sí mismo sino que lo ha incluido como un diagnóstico que requiere más estudio y que es necesario investigar más. Aún así existe un cierto consenso entre los profesionales para definir las autolesiones no suicidas con los siguientes criterios:
- Durante el último año, la persona se ha provocado, durante 5 o más días, daño intencionado así mismo/a que le ha provocado sangrado, hematoma o dolor, con la intención de provocar dolor, pero no la muerte.
- Estas conductas se realizan con la expectativa de: aliviar un sentimiento negativo, resolver problemas personales o provocar sentimientos positivos.
- La autolesión está asociada con: sentimientos negativos que se producen en el período anterior a la autolesión, período de preocupación por el comportamiento que se va a realizar justo antes de realizarlo, pensamientos repetitivos sobre la autolesión incluso aunque no se lleve a cabo.
- El comportamiento no está aceptado socialmente (como sucede con los tatuajes o los piercing) y va más allá de arrancarse una costra o morderse las uñas.
- Estas conductas interfieren y provocan alteraciones en áreas importantes de la vida del sujeto: académica, laboral, social…
- Este comportamiento no se explica por otras patologías mentales existentes.
Tradicionalmente la autolesión no suicida se ha considerado como una conducta extraña que solo estaba presente en trastornos psicológicos importantes, como son el trastorno mental grave, la esquizofrenia, discapacidad intelecutal grave o trastorno límite de la personalidad.
En la actualidad la ANS sigue siendo un síntoma de enfermedades mentales graves, pero como venimos defendiendo en líneas anteriores estas conductas están presenten cada vez más en niños y niñas de la población general sin patologías previas establecidas.
La frecuencia de casos de ANS ha aumentado en los últimos años exponencialmente. Las investigaciones existentes demuestran que se han multiplicado por 10 los casos de autolesiones en los últimos 30 años. De ello más del 27% de los adolescentes se ha autolesionado de forma voluntaria sin intenciones suicidas al menos una vez en su vida. Estos datos han hecho que los expertos alerten de esta tendencia más que preocupante de la que apenas se ha hablado y se ha mantenido como un tema tabú.
Los datos existentes permiten afirmar que la autolesión no suicida NO está sujeta exclusivamente a la patología mental grave, sino que estas conductas se observan en adolescentes y jóvenes sin previo trastorno mental. Hoy se sabe que ni es rara ni aparece sólo en personan que padecen un trastorno mental
¿Sólo me pasa a mí? ¿Me he vuelto loco/a?
Si eres tú el/la que te autolesiones debes saber que no eres el/la único/a a el/la que le pasa. La ANS no es infrecuente y aparece sobre todo en adolescentes y jóvenes adultos. La mayoría de las personas que realizan estas conductas se sienten raras, aisladas y solas. Existe mucha incomprensión en torno a las autolesiones. Realizar estos comportamientos no significa (indudablemente) que estés loco/a ni que tengas un grave problema psicológico. Lo que significa es que estás afrontando determinadas situaciones difíciles o emociones con estrategias inadecuadas y que puedes necesitar ayuda.
Es común que sientas que la autolesión tiene un tinte «adictivo», es decir, cuanto más lo haces más difícil es parar y más sientes que se apodera de tí y de tu vida. Pero dejar de autolesionarse es posible. Supone aprender nuevas formas de afrontar situaciones difíciles y emociones negativas que requieren de tiempo y esfuerzo.
Seguramente alguna vez te hayas preguntado por qué haces esto y la respuesta es clara: porque obtienes beneficios positivos a corto plazo. Es decir, es posible que cuando te autolesionas alivies sentimientos negativos que no sabes como afrontar o gestionar. Como la autolesión supone eliminar algo negativo (en este caso una emoción negativa) es una estrategia que te resulta «útil» y por tanto vas a seguir realizando. Sin embargo, aunque de forma inmediata te aporta un elevado bienestar a largo plazo es probable que empieces a sentirte peor y te sientas culpable por realizarlo e incluso asustado. Por lo tanto, la próxima vez que te sientas triste volverás a autolesionarte debido al bienestar que experimentas después de realizarlo. Así podemos decir que el bienestar refuerza la autolesión.
También puedes realizar la autolesión porque obtienes emociones positivas o atención. Por ejemplo, imáginate que has discutido con tus padres por algo que no permiten que realices y tú para afrontar ese enfado te autolesionas. Tus padres asustados por la situación probablemente te pidan perdón y acaben cediendo ante aquello que te habían negado. Por lo que el comportamiento de tus padres de disculparse y ceder va a reforzar la autolesión.
Podría suceder que la autolesión la realices como una forma de expresar el malestar por alguna situación vivida. Por ejemplo, en la adolescencia uno de los aspectos más importantes es el sentido de pertenencia a un grupo. Es decir, pertener y sentirse aceptado en un grupo de iguales donde te respeten y te apoyen en tus decisiones. Si esto se ve alterado puede ser el motivo para comenzar a autolesionarse. Además, existen grupos de jóvenes que hablan y se cuentan sus experiencias sobre la autolesción lo cual puede reforzar al mismo tiempo estas conductas lesivas. Es decir, el hecho de autolesionarte lo iniciaste como una forma de expresar un malestar que finalmente acaba convirtiéndose en algo positivo para tí: has conseguido atención por parte de los demás además de compartir esa experiencia con un grupo de iguales que está viviendo la misma situación (sentido de pertenencia).
Es importante que entiendas que debes pedir ayuda y contarlo a un familiar o amigo/a. Aunque sientas miedo o vergüenza decide hablarlo con alguien de confianza. Hacerte daño a tí mismo/a es una señal de que estás afrontando los problemas o emociones de una forma inadecuada y puedes necesitar ayuda.
Al principio puede parecerte que no entienden tu situación ni el por qué lo haces. Es normal. Cuando alguien se entera de la autolesión es posible que reaccione con enfado e incomprensión pero piensa que está preocupado por tí, tiene miedo y no sabe cómo reaccionar. Puede necesitar tiempo para entenderlo y para buscar la mejor ayuda para tí.
¿Por qué mi hijo/a se autolesiona?
Una de las preguntas más frecuentes y que más interés e inquietud suscita tanto entre los profesionales como entre los familiares y/o amigos de los jóvenes que realizan estas conductas es descubrir la motivación que los lleva a provocarse daño así mismo/as.
Lo primero e importante a tener en cuenta es que cuando un joven se autolesiona no pretende acabar con su vida (entendiendo la autolesión como no suicida). Se trata de un mecanismo de regulación emocional, es decir, es una estrategia que utilizan para hacer frente a algún problema o dificultad o a algún estado emocional negativo. Muchas personas que se autolesionan utilizan estos comportamientos como una herramienta para reducir su malestar o para escapar de sentimientos negativos intensos.
Uno de los aspectos que puede resultar más llamativo es que las personas que realizan estas conductas verbalizan experimenar cierto alivio tras la autolesión. Este hecho puede provocar que esta misma estrategia se utilice en el futuro para gestionar emociones difíciles. Este «alivio» momentáneo tiene un efecto poco duradero, y a medio o largo plazo acaba provocando sentimientos negativos en la persona (culpa o el miedo). Todo ello no hace más que incrementar el problema porque además de los problemas emocionales iniciales se ha añadido la autolesión como un problema muy serio.
¿Por qué siguen realizando estos comportamientos? La explicación es muy sencilla. Las autolesiones en adolescentes se mantienen y se repiten a largo plazo porque estas conductas resultan de alguna manera reforzante o útil para ellos/as. En este caso ese refuerzo resulta perjudicial para la persona a largo plazo ya que acaba provocándole un problema muy grave. Por lo tanto, los adolescentes o jóvenes que se autolesionan obtienen «algo positivo» cuando lo hacen, aunque «lo positivo» sea escapar de algún problema o evitar sentimientos negativos que consideran más difíciles de soportar o afrontar que la propia autolesión. El problema de todo ello es que el beneficio es a corto plazo (escapan de la emoción negativa momentáneamente) pero a medio y largo plazo esta estrategia provoca riesgos para su salud y bienestar (además de no solucionar los problemas que pudieran existir).
Con todo ello se crea un círculo en el que la autolesción queda reforzada de forma positiva y por tanto cada vez resulta más difícil salir y abandonar. Aún así dejar de autolesionarse es posible. Encontrar estrategias alternativas para afrontar situaciones desagradables y gestionar las emociones es posible.
La investigación existente plantea que existen dos tipos de motivaciones que podrían explicar la autolesión en adolescentes:
- Motivaciones internas. El objetivo es reducir o evitar emociones negativas o escapar de situaciones difíciles de afrontar para los jóvenes. Por ejemplo, algunos adolescentes se autolesionan para reducir la sensación de vacío que experimentan o la falta de integración y aceptación por parte de sus iguales.
- Motivaciones sociales. El objetivo en este caso es conseguir un cambio social y externo, como por ejemplo, recibir atención, evitar una discusión, etc.
A pesar de ser estas las principales motivaciones para que los jóvenes realicen comportamientos que implican daño a sí mismos/as, se ha descubierto que la imitación juega un papel muy importante en el aprendizaje de estas conductas. Existe una gran difusión de las autolesciones entre los adolescentes a través de internet y redes sociales. No son aislados los casos de adolescentes que buscan por intenet cómo provocarse autolesiones y qué «supuestos beneficios» obtienen tras ellas. Igualmente se han encontrado casos en los que se difunden fotos con cortes y autolesiones provocadas.
¿Cómo puedo ayudarlo/a? 10 claves para hablar con él/ella
Cuando descubres que una persona cercana a tí se autolesiona es probable que aparezcan sentimientos de enfado, frustración, miedo, rabia, incomprensión, etc. Son emociones normales ante el suceso que acabas de conocer.
Cuando un padre o una madre descubre que su hijo/a se autolesiona aparece la incomprensión al resultar imposible entender el por qué de este comportamiento y cómo éste puede aliviar a su hijo/a. Como hemos comentado anteriormente este «alivio» instántaneo es lo que provoca el deseo de volverlo a hacer. En los momentos iniciales son normales los sentimientos de rabia, frustración, enfado, culpa, etc. además de muchas preguntas.
A continuación os dejamos una serie de pautas a tener en cuenta una vez que conocemos la ocurrencia de estos comportamientos:
1. Habla con tu hijo/a.
Elige un buen momento para hablar de forma privada. Explícale que estás preocupado/a por él/ella e interésate por su vida, por sus problemas, etc. No te quedes sólo en las heridas físicas.
2. Escucha a tu hijo/a.
Aunque te resulte díficil entender el motivo y cómo se siente cuándo lo realiza ahora es el momento de escuchar el sufrimiento que está experimentando. Lo importante es escucharle y que se sienta escuchado/a. No tratemos de solucionar el problema o de corregirlo.
3. No ignores el problema.
No simplifiques su problema ni restes importancia a este comportamiento. Las autolesiones sono con frecuencia una señal de alarma de que algo no va bien.
4. No actúes impulsivamente movido/a por el enfado.
Es frecuente que el conocer la existencia de autolesiones nos provoque un fuerte rechazo hacia la persona y su comportamiento. Movidos por el enfado es habitual actuar de forma impulsiva y someter a un castigo o incluso dejar de hablar. Esto no ayudará en nada y probablemente agrave la situación. Es importante que te muestres tranquilo/a.
5. No apliques castidos por las autolesiones.
Lo que más necesita es apoyo o ayuda para dejar de realizar estas conductas.
6. Intenta no culpar, juzgar ni atacar a tu hijo/a.
Es probable que si lo haces deje de hablar y de confiar en tí para contarte qué puede estar ocurriéndole. Es muy probable que estos comportamientos los repita de nuevo ya que al principio resulta difícill para él/ella controlar esta conducta. Tampoco le pidas que prometa que no lo volverá a hacer o que de de hacerlo por vosotros (por el sufrimiento que está generando). Aunque las autolesiones resulten impactantes no siempre son indicadores de trastornos psicológicos graves.
7. Si tu hijo/a se muestra receptivo en la conversación, prueba a hacerle algunas preguntas.
Por ejemplo, ¿Hay algo que te preocupe?, ¿Cómo te sientes antes de lesionarte? ¿Cómo te sientes después?, etc.
8. Si tu hijo/a rechaza hablar sobre el tema, ten paciencia.
Al principio es posible que le resulte difícil hablar sobre ello y sobre la sensación de alivio que experimenta. Sabe que resulta difícil entender como hacerse daño implica alivio para él/ella.
9. Busca ayuda profesional.
Las autolesiones son conductas que requieren de un abordaje profesional. Acude al médico de familia o a un profesiona de salud mental.
10. Es posible dejar de autolesionarse.
Si eres tú el/la que se autolesiona recuerda que dejar de autolesionarse es posible. Existen profesionales que pueden ayudarte a ello. No eres el/la único/a que está pasando por esta situación y probablemente él/ella haya visto a más personas con estos mismos problemas.
Si eres un ser querido que acaba de descubir a un amigo o familar autolesionándose dale tu apoyo y escúchalo/a. No lo juzgues ni critiques. Tampoco expreses tu enfado e incomprensión sin control. Probablemente esté asustado/a por la situación y sepa que es un comportamiento que requiere de ayuda. Anímale a buscar ayuda profesional para aprender a afrontar sus emociones de una forma menos dañina y más resolutiva.