Cuando nos referimos a la infancia uno de los aspectos más importantes y que más preocupan a los adultos son los problemas de comportamiento en niños y niñas. Con comportamiento nos referimos tanto a los aspectos que los padres y madres deben tener en cuenta para favorecer un comportamiento adecuado en sus hijos/as como a cuáles deben dejar atrás para que el comportamiento inadecuado no aparezca.
Seguro que en alguna ocasión como padre/madre o adulto habrás oído alguna de estas frases a los niños/as cuando se niega a hacer algo:
- Porque tú lo digas…
- Ahora voy…..
- Esto no es justo….
- Cuando tú lo hagas, lo hago yo
- Mi amigo…….. no lo hace
- ¿Y mi hermano qué?
- Etc.
¿Os suenan verdad? A lo largo de presente post vamos a explicar qué son los problemas de comportamiento en niños y niñas, cómo abordarlos, qué aspectos debemos tener en cuenta para prevenir y cómo podemos solucionarlos.
¿Qué entendemos por mal comportamiento?
Buscar que los niños/as se comporten correctamente el 100% del tiempo es una expectativa que está muy lejos de la realidad. Ese no es el objetivo de este post. De hecho la desobediciencia está demostrada que es inherente al niño. Con la protesta manifiesta que algo no le gusta y no está de acuerdo con aquello que se le está pidiendo.
Cuando hablamos de niños/as con un comportamiento malo o inadecuado nos referimos a:
1. Niños/as que se enfadan exponencialmente cuando no consiguen lo que quieren.
2. Cuando se les dice NO montan una pataleta que dura incluso horas.
3. Muestran comportamientos agresivos: chillan, pegan, muerden, tiran objetos, hacen daño a los demás o a ellos/as mismos/as.
5. No obedecen a las normas y límites.
6. Niños que mienten o niños que roban dinero a la familia (en este último caso nos referimos a niños más mayores)
7. Niños negativistas o desafiantes.
Es frecuente pensar que tras estos comportamientos «problemáticos» hay un trastorno de conducta que depende única y exclusivamente del niño/a, que es innato y no se puede cambiar. Pero nada más lejos de la realidad (por suerte). En un alto porcentaje los comportamientos inadecuados que presentan los niños/as en la temprana infancia están relacionados con diversos factores interrelacionados: patrones familiares inadecuados, falta de normas y límites, falta de comunicación, incoherencia en las pautas educativas en el hogar, lugar que ocupa el menor en la familia, circunstancias en las que se produce embarazo y parto, dificultades de aprendizaje, enfermedad física, existencia de hermanos/as,….
No existe un único motivo por el que los niños/as desarrollan un comportamiento inadecuado o problemático sino que es la conjunción de varios factores lo que provoca el resultado.
Estos comportamientos desbordan a padres, madres y educadores que en ocasiones no saben cómo manejarlos y pierden el control de la situación. Y es en este momento cuando aparecen los problemas familiares, escolares,….que crean un ambiente turbio y desagradable provocando el desagaste físico y psicológico de padres y madres.
Pero es cierto que hay ocasiones que tras estos comportamientos problemáticos iniciales les siguen tastornos de conducta que suelen aparecer en edades más avanzadas en torno a los 10-12 años. En estos casos se hace necesaria la intervención profesional para abordar las dificultades y problemas que pueden derivarse.
¿Por qué aparece el mal comportamiento en los niños/as?
En la infancia portarse mal y tener berrinches son comportamientos normales e incluso saludables. Es un indicio de que el niño/ está desarrollando su personalidad e independencia (es una forma de comunicar que no está de acuerdo con ciertas cosas que ocurren a su alrededor), sus propias habilidades para defenderse y explorar el mundo que le rodea.
Pero cuando un niño/a empieza a mostrar comportamientos inadecuados con mucha frecuencia e intensidad éstos acaban afectando a la relación familiar y al bienestrar de todos los miembros. Por lo que es importante tener en cuenta cuándo y cómo se producen estos comportamientos problemáticos, desde cuando están presentes, hechos ocurridos, cambios familiares y/o escolares,…
En la investigación existente en este ámbito son múltiples los especialistas que consideran que el comportamiento inadecuado que presentan los niños/as forma parte de lo que se conoce como conducta aprendida. Es decir, que los niños aprenden que al tener un berrinche provocan un efecto positivo para ellos y consiguen lo que quieren (ya sea atención de los padres, juguetes, juegos, etc). Por lo tanto no se trata de una conducta voluntaria e intencional sino que aprenden que con este comportamiento obtienen un beneficio.
Un aspecto muy importante que padres y madres deben tener siempre presente es que los niños/as lo que más desean y quieren es tener la atención de los padres (consiguiendo ésta de forma adecuada o inadecuada)
De forma más sencilla podríamos decir que la forma en la que el niño comunica que no está de acuerdo con algo es teniendo un berrinche y la forma de responder a ellos es a través de atención. Ya sea atención para calmar al niño/a, para solucionar el problema, para ofrecer una alternativa al conflicto o para darle lo que quiere y se calme. Por desgracia la respuesta bienintencionada de los adultos sólo refuerza el berrinche del niño/a que aprende a utilizar esta estrategia para llamar la atención de los padres. Esto hace más probable que repita este comportamiento inadecuado en sucesivas ocasiones.
¿Qué hago para que mi hijo/a tenga un buen comportamiento? Aspectos a tener en cuenta
Hasta llegar a una situación insostenible donde el ambiente familiar se vuelva turbio y nocivo podemos tener en cuenta una serie de aspectos para favorecer el buen comportamiento de los niños/as:
1. Especifica las normas de comportamiento
Es importante dejar claro qué se espera del niño/a, qué es lo que se puede y no se puede hacer. Se trata de que el niño conozca y comprenda las normas, lo que está permitido y lo que no, siendo previamente consensuado entre ambos padres. Las contradicciones entre los padres a la hora de comunicar o aplicar las normas provocan desconcierto en los niños/as que pueden aprovecharse de este desacuerdo en su beneficio.
2. Refuerza el buen comportamiento
Existe la creencia errónea de que los niños/as están «programados» de forma innata para tener un buen comportamiento. Como consecuencia muchos padres, madres y adultos creen que su labor educativa es exclusivamente corregir y modificar el mal comportamiento que muestran sus hijos/as. Esto supone prestar atención únicamente al comportamiento negativo por lo que se establece una asociación entre el comportamiento negativo y la atención de los adultos. ¿Qué ocurre entonces? que los niños repetirán el comportamiento negativo únicamente para obtener la atención de los padres. Por lo tanto es muy importante «pillar» a vuestros hijos/as cuando tengan un buen comportamiento y hacérselo saber. Es decir, decirles lo qué están haciendo bien y lo que os gusta eso.
3. Actúa como modelo de vuestro hijo/a
Es importante que si queremos conseguir ciertos comportamientos en los niños/as sirvamos de ejemplo. Por lo que padres y madres deben actuar como modelos de sus hijos/as y ejemplificar ciertos comportamientos que queremos que posteriormente imiten ellos/as. Por ejemplo, si queremos que nuestros hijos/as hablen de forma adecuada sin voces ni gritos nosostros tenemos que hablar sin voces y sin gritos. Si queremos que hable y se comunique tiene que ver en nosotros que hablamos y nos comunicamos, etc.
4. Comunica con tono firme y volumen bajo
A la hora de comunicar las normas y dar órdenes a los niños/as la forma en la que se haga es muy importante. Nos referimos a que es más importante (y conseguimos más) decir poco pero de forma segura y firme que elevar el volumen de voz, gritar y hablar mucho y rápido. Los niños/as se pierden cuando hay demasiada información, desconectan rápidamente y no aprenden nada. Recuerda que el tono de voz que usemos normalmente y la reacción ante los conflictos sirve de modelo para nuestros hijos/as.
5. Muestra el control de la situación
Los niños/as tienen que tener claro cual es el papel de sus padres y que son ellos los que tienen el control. Es decir, los padres son los que establecen las normas y límites, los que ponen horarios, los que determinan qué se puede y no se puede hacer, los que ayudan a solucionar conflictos, etc. En definitiva, los niños/as aprenden que sus padres tienen el control de la situación. En el momento en el que este rol se pierde o se vuelve confuso (bien sea porque los niños adquieran este rol o porque los padres lo pierdan) los niños/as empiezan a tener comportamientos inadecuados como consecuencia de este descontrol parental.
En la infancia las normas son NECESARIAS para los niños/as. Aportan seguridad y bienestar en su desarrollo. Un hogar sin normas es como «caminar a ciegas», no sabes por donde vas o si está bien o no.
¿Cómo reducir los problemas de comportamiento de mi hijo/a? Claves para cambiar el comportamiento de tu hijo/a
Cuando los niños/as tienen mal comportamiento de forma prolongada los padres se sienten impotentes. Es posible que hayan probado diversas estrategias o recursos sin conseguir el resultado deseado. Esto hace que aumente la desesperación y las conductas problemáticas se cronifiquen al no existir unas pautas claras y constantes.
Existen técnicas de modicifación de conducta efectivas para reducir los comportamientos inadecuados. Por ello cuando la situación se vuelva difícil y los recursos en casa se vean agotados es recomendable acudir a un especialista en psicología infantil para aprender estas técnicas y valorar los cambios a realizar.
Antes de continuar nos gustaría realizar una aclaración: en el caso de problemas de comportamiento en niños/as es necesario y fundamental contar con la colaboración de los padres y madres. En gran parte de los casos son las asociaciones y refuerzos entre comportamiento inadecuado y atención lo que provoca un ambiente difícil. Unido a esto los berrinches por parte de los niños/as van «ganando terreno» y asumiendo el control de la situación junto con la desesperación de los padres y madres.
A continuación os mostramos técnicas psicológicas a tener en cuenta y otros aspectos si queremos reducir los comportamientos inadecuados:
1. Ignora el mal comportamiento de éstos.
Como comentamos en líneas anteriores la atención es el reforzador positivo más potente para los niños y niñas (aunque sea obtenido de forma negativa). Reforzar positivamente significa que lo que el niño obtiene cuando realiza un comportamiento en concreto es positivo y eso aumenta la probabilidad de que lo repita. Es decir si respondemos con atención al mal comportamiento lo que hará es repetir ese comportamiento negativo. Y si prestamos atención al buen comportamiento repetirán más éste.
Por lo tanto si lo que queremos es reducir el comportamiento negativo la estrategia a utilizar es ignorar este comportamiento. Si el niño/a tras este mal comportamiento no obtiene la atención de los padres acabará aprendiendo que no obtiene nada por «portarse mal». Finalmente acabará desistiendo y eliminando este comportamiento. Si por el contrario vamos prestando atención a otros comportamientos adecuados que antes no teníamos en cuenta acabará aumentando la frecuencia de éstos. Pero este proceso no se produce, por desgracia, de forma tan rápida. Como todo es cuestión de tiempo y de aprendizaje. De igual forma que aprendió a obtener la atención de una forma ahora tiene que aprender a obtenerla con otros comportamientos.
Los niños/as son muy persistentes e insistentes. Por ello van a intentar muchas veces obtener la atención de la misma forma en la que antes la tenían. Esto producirá desesperación y pérdida de paciencia en los padres y madres que creerán inmodificable la situación Lo más difícil es tolerar el mal comportamiento e ignorar éstos. Esta técnica requiere de paciencia pero el resultado merece la pena. Las técnicas de reforzamientos tienen resultados muy eficaces si son aplicadas con consistencia, templanza y criterio.
Cada niño/a es diferente y la forma de poner en práctica éstas variará en cada situación. Lo más importante es que los padres y madres sean perseverantes, constantes y coherentes en la utilización de estas técnicas.
2. Refuerza el buen comportamiento que tienen.
El objetivo de esta técnica es aumentar los comportamientos adecuados. Si cuando los niños/as realizan un buen comportamiento obtienen algo que les gusta acabarán por repetir éstos. Pero con obtener algo no nos estamos refiriendo a algo material, sino a algo que les guste a ellos/as: recibir atención, un cariño o una sonrisa, hacer una actividad de forma compartida (ir al parque, jugar en casa, visitar a un amigo, ver una película, elegir el postre favorito, elegir un cuento, etc.).
Se trata de instaurar esta dinámica de forma que los comportamientos adecuados obtengan la atención de los padres y los niños/as aprendan a repetir éstos.
3. Establece normas y límites claros para evitar el mal comportamiento
Hay muchas ocasiones en las que las normas y límites se sobreentienden que están presentes pero en ningún momento se han hablado y aclarado, al igual que las consecuencias. En función de la edad hay que establecer el tipo de norma y la cantidad. A los niños más pequeños es suficiente con 3-4 normas básicas y en niños más mayores, a partir de los 6-7 años se pueden establecer más normas. El lenguaje de éstas también será diferente de acuerdo a la edad. En los niños más pequeños (2-3 años) el lenguaje debe ser sencillo y cada frase debe contener solo una orden (por ejemplo, dame el pijama). En niños más mayores (4 años en adelante) el lenguaje podrá ser más elaborado e incluir en la misma frase dos órdenes (por ejemplo, ve a la habitación y coge tu pijama).
4. Fija consecuencias.
Derivado de lo anterior surge lo que denominamos consecuencias del comportamiento. Es decir, los niños/as tienen que aprender que su comportamiento tiene unas consecuencias, ya sean positivas o negativas. Se trata de que sean responsables de su comportamiento y aprendan que para conseguir algo primero tienen que esforzarse. Primero el esfuerzo y luego la consecuencia. Por ejempo, si un niño/a tira cosas al suelo la consecuencia que le sigue es que tiene que recoger las cosas que haya tirado. Si hace los deberes y los termina luego podrá jugar un tiempo a su juguete favorito, etc.
5. Las consecuencias deben ser claras, inmediatas y temporales.
Deben ser consecuencias que padres y madres sean capaces de cumplir. Los niños/as tienen que saber qué consecuencias les esperan si cumplen o no con las normas, deben aplicarse lo más inmediato posible al comportamiento de los niños/as y deben tener una duración. Por ejemplo, carece de eficacia consecuencias del tipo: «ya no tienes más el móvil hasta que no se me olvide, no me pidas ni cumpleaños, ni reyes,…. todos los juguetes guardados hasta que no pidas perdón, etc.»
No solo los hijos/as no son capaces de recordar las consecuencias en el tiempo sino que los padres y madres, a parte de olvidarlas acaban cediendo y eliminando las consecuencias. Ellos aprenden que si insiten y dicen que no van a hacerlo más las consecuencias acaban desapareciendo.
Las consecuencias deben ser pensadas previamente al comportamiento. Debes tener en cuenta que tienes que ser capaz de llevarlas a cabo y cumplir con ellas. No establezcas las consecuencias en el momento del enfado. Serán desobitadas y díficles de cumplir. Acabaréis cediendo y repitiendo «bueno, esta vez te lo doy pero como lo hagas otra vez….». Resulta más efectivo establecer una consecuencia inmediata al comportamiento inadecuado y que se cumpla que una consecuencia muy grave, muy extensa en el tiempo que finalmente acabe por no cumplirse.
6. No repitas y repitas las normas incansablemente.
Cuando los padres y madres pierden el control de la situación una de las estrategias que más usan es repetir y repetir las normas y órdenes muchas veces. La creencia errónea que subyace es que a más veces se digan las normas más tenderán a cumplirlas. Y casi el 100% de los padres asegura que con ello no consiguen absolutamente nada. Al contrario, enrarecer más el ambiente y la relación entre hijos/as y padres.
La clave no es repetir las normas incansablemente sino dar la orden-norma una vez y esperar a que el niño/a cumpla con ella. En el caso de que no cumplan la norma los padres solo tienen que limitarse a cumplir con las consecuencias establecidas previamente.
7. Establece tiempos y horarios para las rutinas.
Es importante fijar un tiempo para cumplir con las normas y rutinas en casa. Con ello lo que estamos transmitiendo y enseñando a los niños/as es que hay un tiempo para hacer las cosas, que no se pueden hacer cuando ellos quieran o les apetezca. Por ejemplo, hay una hora y un tiempo para comer (y si no se come a esa hora hasta el siguiente momento de comida no se come). Hay un tiempo para hacer los deberes: por ejemplo, de 4 a 5 es el tiempo para hacer los deberes y si no se hace en ese tiempo los deberes se quedan sin hacer. La consecuencia que le sigue a esto sería ir con los deberes sin hacer al colegio y será la maestra/o la/el que establezca la consecuencia.
8. Ten paciencia y muestra cariño.
Establecer normas y lidiar con el comportamiento de los niños/as requiere de mucha paciencia y de cariño. Ser constante y disciplinado no está reñido con el cariño. De hecho, es todo lo contrario. A los hijos/as hay que comunicar las normas y límites con cariño y mostrarle afecto.
Aunque en la convivencia se produzcan situaciones de tensión y agobio es necesario mostrarles nuestro cariño en forma de elogios, mimos, paciencia, dedicación,… Y esto junto con disciplina, cosistencia y coherencia en las normas hacen una mezcla positiva para el desarrollo de los niños y niñas.
No castigues NUNCA con retirada de afecto y cariño por muy enfadado/a que estés.
Si a pesar de estos aspectos que hemos valorado y explicado en el post el comportamiento de tu hijo/a no mejora o incluso empeora no dudes en ponerte en contacto con un profesional de la psicología. Detrás de estos comportamientos es posible que se encuentre un trastorno de conducta que implica otros comportamientos y otras actuaciones. Será este profesional el que evalúe y valore la situación en la que os encontréis y quien decida la mejor intervención para cada caso.
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Establece responsabilidades